Hoy quiero hablarte de una trampa que parece inocente, pero es letal: la comparación constante.
En una mentoría reciente, vi cómo mi mentee se apagaba mientras miraba el éxito de otros. Sus hombros caídos decían más que sus palabras. Sentía que siempre iba tarde, que nunca era suficiente.
Y no es que no estuviera avanzando. Es que medía su progreso con una regla que no era suya.
💭 La comparación no te motiva. Te desconecta.
No es inspiración, es presión.
Porque al compararte:
- Ignoras tu historia.
- Subestimas tu proceso.
- Exiges resultados que no te corresponden… todavía.
🧠 Lo que aprendí (otra vez) como mentor:
- Cada quien tiene su propio mapa.
- No puedes correr en el kilómetro 3 como alguien que va por el 15.
- Compararte no te hace crecer. Te hace olvidar por qué empezaste.
🎯 ¿Y si cambias la comparación por conexión?
Mira a otros con admiración, no con envidia.
Inspírate, pero no te pierdas en la copia.
Tu camino merece ser recorrido con tus propios pasos.
🧘♂️ Cierre:
No viniste a ser como nadie.
Viniste a ser tú, con todo lo que eso implica.
Y créeme: el día que dejes de compararte, empezarás a avanzar de verdad.